Inicios de un metalero

Recuerdo la primera vez que tuve en mis manos un álbum de Heavy Metal, fue Somewhere in time de Iron Maiden de 1986, wooooo cuánto tiempo ha pasado, de entrada me impactó la caratula – un ciborg del futuro empuñando un arma-, y me dije: ¡esto debe sonar rico!, no tenía ni idea que era heavy metal, no sabía inglés, solo era un adolecente ochentero que se la pasaba escuchando la super estación 88.9, pero que creía que allá afuera había algo más que Michael Jackson y Madona, un adolescente que nunca aprendió a bailar ni salsa ni merengue, mi tía Mechas que intentaba por ese entonces enseñarme a bailar me decía, tranquilo sienta la música y ese era el problema no la sentía mía, no era parte de mí esos generos de música, y eso que me crié con un padre costeño y una madre bien rola que se la pasaban bailando salsa, pero sí, esa es la verdad, nunca tocó mi corazón ni la salsa ni el merengue – ojo no estoy diciendo que ese tipo de música es mala.

Y como llegó a mis manos ese hermoso vinilo, pues de la única forma que ocurría en ese entonces, un amigo de colegio que viajó a EEUU lo compró y lo trajo, me lo prestó como su más preciado tesoro, y bueno, llegué a mi habitación, lo coloqué en mi cama con cuidado, lo limpié un poco, me lavé las manos para sacar el vinilo de la caratula, bajé al primer piso y antes de que llegasen mis abuelos a casa me dispuse a escucharlo en su poderoso equipo de sonido que realmente era muy bueno, y cuando escuché las primeras notas de la guitarra rasgándose, wooooo fue amor a primer oído, no lo podía creer, tanto power, tanta energía, y quedé en shock cuando escuché la voz de Bruce Dickinson, y siempre he soñado hasta hoy en cantar como él. Creo que ese álbum lo escuché más de un millón de veces en la semana que duró el préstamo de mi amigo, y desde ese entonces soy hijo del heavy metal, un hijo fiel, libre de drogas y rituales chimbos, nunca sentí que el Heavy Metal tuviese que acompañarse con drogas o que formase parte de rituales satánicos como muchos en esa época y hasta hoy lo creen. Y gracias a ese amor a la música y al café es que nace este blog que iré moldeando con el tiempo…