Para nuestra fortuna, tuvimos la oportunidad de visitar la hermosa hacienda de antaño, El Porvenir, en el Municipio de Albán, Cundinamarca. Esta hacienda tiene una larga historia por contar, empezando en 1867 con el primer dueño productor de café, el antioqueño José Antonio Mejía, siendo una hacienda de 72 hectáreas. Posteriormente, la hacienda fue heredada y vendida por parcelas hasta quedar lo que hoy podemos conocer, 35 hectáreas de cultivo de café. Por tal motivo, para nosotros fue un honor poder ir y conocer su sistema productivo de primera fuente, con el acompañamiento y guía del administrador de la hacienda, el señor Camilo. 

Al llegar a la hacienda, nos encontramos con una majestuosa entrada adornada con palmas enormes, de fondo un paisaje montañoso y un cielo nublado pero iluminado. El clima era muy agradable porque se sentía una brisa fría pero el sol alcanzaba a calentarnos. Llegamos a pensar que nos íbamos a mojar con una lluvia amenazante, pero por suerte, ese día no llovió y logramos hacer el recorrido completo sin contratiempos. 

Durante el recorrido, el Sr. Camilo nos iba explicando el detalle del sistema de cultivo aplicado en la hacienda, el cual corresponde a un sistema integrado vertical, usado desde su fundación. Con este sistema se controla las operaciones de siembra, recolección, empacado y transporte. En la siembra de café se mantiene la forma de cultivo tradicional con un sistema de sombrío para proteger las plantas de café de los rayos del sol. En el año 1969, por directriz de la Fundación Nacional de Cafeteros (FNC) y con la finalidad de aumentar la producción nacional, en la hacienda se talaron todos los árboles grandes y se aplicó el monocultivo con la variedad Caturra, resistente a la roya y al sol, pero los resultados fueron negativos porque en esa área no aplica las mismas condiciones climáticas que en el Caldas, donde la FNC hizo el estudio modelo. Esta experiencia dejó como enseñanza que ese modelo de cultivo no es viable y se reestableció el cultivo de variedades de café como Típica, Borbón y Geisha, protegidos bajo sombra por cultivos de plátano, cámbulos y otros árboles de altura. 

En la mitad del recorrido llegamos al lugar donde hacen los fertilizantes ecológicos. Se tienen diferentes cámaras de lombrices californianas que transforman los desechos orgánicos (compost) en humus asimilable por las plantas de café. Esta experiencia de tocar el humus y ver en tiempo real cómo trabajan las lombrices nos asombró. Es casi increíble ver cómo la naturaleza nos provee todo, desde el fertilizante que necesita las plantas hasta el fruto que consumimos de ellas.  

Así mismo, vimos el lugar donde hacen la selección de los granos, la máquina trilladora, los hornos de secado y las bandejas de secado natural. Fue nuestra primera experiencia con este proceso cuyo resultado es el café pergamino o café verde. Por eso no dejábamos de asombrarnos con lo que nos explicaban y del funcionamiento de dichos sistemas. Aprendimos que, dependiendo del tipo de secado, el resultado del café en sabor y aroma es diferente. Por ejemplo, el café honey se obtiene secando el café con el método natural, pero con el mucílago adherido al grano, es decir, no se lava después de que se despulpa. 

El recorrido continuó y nos encontramos con un pequeño riachuelo natural de agua de escorrentía que bajaba de la montaña. Una vez más nos sentimos afortunados de presenciar eventos naturales que ya no podemos ver en las ciudades. Agua limpia y cristalina bajando por la montaña. En fin, continuamos viendo cultivos de diferentes variedades de café y árboles cámbulos hasta que llegamos donde empezamos, en la casa principal de la hacienda. 

Fue un circuito de dos horas aproximadamente, de mucho conocimiento, tocando plantas, contemplando flores, mirando colores de cerezas y preguntando, tal vez preguntas tontas para expertos como el Sr. Camilo, pero que fueron respondidas con mucho cariño y paciencia. Esta fue una experiencia muy didáctica, nos sentimos muy agradecidos por el servicio y la guía que recibimos de todos los trabajadores de la hacienda. Es, sin duda alguna, una experiencia que todo amante del café debe vivir. 

Más experiencias vendrán y serán compartidas con ustedes, nuestros clientes y miembros de la comunidad, amantes del café y de la música.